Las avellanas son frutos secos que pertenecen a la familia de las Betuláceas. El avellano es un árbol originario de Asia. Se ha comprobado que las avellanas ya se consumían de forma regular en el período Neolítico (hay evidencia por dibujos y diseños en cuevas antiguas). También se sabe que la avellana era un fruto muy consumido por la civilización griega. De esta civilización se fue generalizando su consumo hasta llegar a casi todo el mundo.

Las avellanas, por lo general, se recolectan en los meses de otoño y se pueden conservar por varios meses (siempre en frascos a resguardo de luz y en un lugar lo suficientemente aireado). En su composición química las avellanas tienen altas proporciones de grasas de gran calidad, proteínas, hidratos de carbono, un poco de fibra y muy poca agua. Algunas de las vitaminas presentes en las avellanas son las vitaminas A, B1 y E. Este fruto seco también posee minerales como calcio, potasio y fósforo y azúcares simples.

El consumo regular de avellanas está recomendado en casos de estrés, estreñimiento, anemia, insuficiencia renal, cirrosis y cáncer. Al mismo tiempo, las avellanas son frutos que ayudan a reducir el colesterol, mejoran la formación del feto en mujeres embarazadas, previenen la descalcificación y los problemas cardiovasculares y mejoran la salud de dientes y huesos.

Las avellanas proveen de una fuente de calorías híper-concentrada. Los ácidos grasos presentes en las avellanas, además, son ácidos grasos mono-insaturados (por lo que ayudan a bajar el colesterol malo). Lo bueno de las avellanas es que se pueden consumir tanto en preparaciones dulces como saladas y a cualquier hora del día.

Fuente: http://blogdefarmacia.com/nutricion-completa-con-avellanas

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